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El Descubrimiento de las Brujas, Deborah Harkness

  • Foto del escritor: Ue Noyama
    Ue Noyama
  • 26 sept 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 2 oct 2022

También podría haberlo titulado "léeme y tendrás ganas de volver a leer miles de páginas como antes"


El día 20 de septiembre, partí yo hacia la biblioteca de mi ciudad con el único objetivo de mover el culo y encontrar, al fin, una buena edición en papel y en español de 1984, tarea que parecía imposible.


Tras un accidentado camino, donde descubrí que la biblioteca se había trasladado a la otra punta de la ciudad, llegué a mi destino, que no podría haber estado más escondido, para qué engañaros.


Una vez superé el encantamiento del precioso y verde jardín y el shock tonto de que las puertas fuesen de empujar pero se abriesen solas, entré y tomé la maravillosa decisión de que podía darme el lujo de cotillear al completo y con mucha calma el nuevo cargamento de palabras y papeles. Teniendo en cuenta el tamaño del edificio en comparación al anterior, no me cabía duda de que al menos tendría el triple de oportunidades de encontrar algo que me incitase a recuperar mis hábitos lectores (que, con el paso de los años, se habían vuelto humillantes).


Unas cuantas vueltas más tarde, tenía dos cosas claras: "Tengo que estudiar aquí algún día" y "Que decadencia literaria hay en la sección de jóvenes adultos".


Lejos de dejar que ese segundo dato me desanimase, como habría hecho no hace tanto tiempo, me pareció una buena idea encontrar, en la sección de novelas, algo que me resultase más ligero que la obra de Orwell, para comenzar con calma y no abandonar. Fue entonces cuando, en medio de demasiada literatura de amores inesperados y capítulos de literatura erótica camuflados en argumentos de amores difíciles, apareció Deborah Harkness.


Fue el grosor del libro en comparación a los que lo rodeaban lo que llamó mi atención al principio, pero la mención a la Biblioteca de Oxford y la Teoría de la Evolución de Darwin fueron las que me pegaron el libro a la mano.


Esa misma noche empecé la lectura, no esperando más que una decepción, o un Crepúsculo reinterpretado. Basta decir que leí 200 páginas de golpe para entender que ni de lejos fue como me esperaba.


Todo eso fue lo que me llevó aquí, donde, después de una explicación quizás demasiado amplia de cómo me encontré con la obra, voy a dejar unos breves comentarios sobre el contenido y a citar algunos fragmentos que me gustaron especialmente.


Comenzando por Diana, su lucha interior con su verdadero ser, su esfuerzo y carisma, su impresionante intelectualidad y ansia de racionalizarlo todo, incluso la alquimia, para autoconvencerse de su propia seguridad, su inocencia en temas de brujería y, sobre todo, su fuerte carácter, pude ver que la protagonista no iba a cumplir el rol, bastante estendido, de "princesa rescatada".


Si bien necesita ser rescatada en varios momentos, o tiene algunos comportamientos cliché, detecta en todo momento la toxicidad en las acciones (propias y ajenas), analiza con sabiduría las palabras que recibe y no se deja engañar, ni por el propio Matthew.


La figura de Matt, su relación con Diana (slowburn, bastante apresurado pero lento a la vez, un doble ritmo bastante curioso), su familia y la caracterización de sus especies, así como de los daimones, me pareció muy coherente a lo largo de la obra. Me atrevería a decir que el hecho de que cada criatura mantenga su esencia, sus características, superando complejos pero jamás perdiéndose a sí mismxs en el proceso, fue una de las mejores características que más me mantuvo en la historia.


Las referencias a ciencias varias (biología, química, alquimia, historia...) mezcladas con cada parte del argumento y perfectamente explicadas fueron enriquecedoras, y sumaban puntos a la historia, de nuevo, sin perderse en ningún momento ni volverse incoherente, como ha pasado tantas veces en otras novelas del género.


He de reconocer que, en cierto punto de la lectura (el viaje a Francia y la estancia allí) el ritmo de la historia amenazaba con volverse excesivamente lento, pero conforme avanzaba en la lectura, fui entendiendo que no había rastro de arbitrariedad o irrelevancia en esa etapa, sino que de ella salían muchísimos datos que, como piezas de puzzle en la mente de Diana, irían encajando y conducirían con mucha fluidez al final del primer libro, donde el ritmo se volvía frenético y cada párrafo traía novedades.


Me gustaron mucho, en resumen, los cambios de ritmo y la coherente caracterización, así como las referencias sencillas, variadas y complejas.


Para terminar, y usando un poco este blog de journal, voy a escribir las citas (obviamente, ninguna de ellas le pertenece a nadie además de su autora, Deborah Harkness) que más me gustaron, por algún motivo, del libro, antes de devolverlo y comenzar la segunda parte:


"- Hasta donde yo sé, sólo hay dos emociones que hacen que el mundo gire, año tras año. Una es el miedo. La otra es el deseo. Sobre eso escribí."


"Y enseñó a matar al que antes ejercía como sanador."


"Esa decisión acerca de la magia y el lugar que iba a ocupar en tu vida la tomaste cuando eras una niña sola y asustada. Ahora, cada vez que das un paso es como si tu futuro dependiera de si puedes arreglártelas para poner el pie en el lugar adecuado."


(Si alguien lee esto, lo siento por la baja calidad de redacción, la próxima entrada, sea cuá

ree

ndo sea, estará mejor)

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